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Cuetzala del Progreso y los Tlacoloreros

Abraham Avila – Danzas Mexicanas corresponsal Estado de Mexico

Cuetzala del Progreso Guerrero: el Cristo Negro y la danza de los Tlacololeros

Sentado en lo más alto de la Peña del Chivo miro al pueblo de Cuetzala del Progreso, encallado, y suficiente viejo, con tintes coloniales por el paso histórico de la conquista española, su arquitectura no miente y asevera la pasividad que en él observo. Escucho repetidamente el estridente trueno, de polvorines de fuego, que explotan en el cielo muy cercanos a nosotros, disipan los nubarrones y anuncian el andar de danzas antiguas hacia la iglesia central, ahí donde está el Señor de Cuetzala, un Cristo negro. De él es su celebración y los sucesores nahuas, y de más culturas antiguas del Estado de Guerrero, van a celebrarlo por varios días.

Aquí en la Peña del Chivo, como le dicen los que viven en el pueblo, suben en Septiembre los tecuanes, son los que bailan vestidos de jaguar. Piden por las cosechas y la lluvia, por que la tierra tenga fertilidad y el hombre y la mujer cuiden de ella. Es un cerro importante, sagrado para el Pueblo. Allá donde ves esa otra iglesia, está el ojo de agua, donde siempre está brotando el liquido vital. Hay una cueva, dicen que las personas vienen a dejar sus males, algunos llegan a ver el rostro del Señor de Cuetzala en el ojo de agua, al Cristo negro. Así me platica mi acompañante en tanto aviva con aliento tenaz el fuego de un sahumerio.

Agua que nace de la arboleda es como interpretan distintos lingüistas del náhuatl el significado de Cuetzala. Cuetzala del Progreso es un pueblo situado al Norte del Estado de Guerrero, cercano a la histórica ciudad de Iguala de la Independencia y al municipio de Cocula, ahí dónde el gobierno mexicano afirma que fueron calcinados los 43 estudiantes, desaparecidos de la normal de Ayotzinapa, Raúl Isidro Burgos, en Septiembre del 2014 (hechos que posteriormente el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) desmentiría).

En el mes de Febrero distintos pueblos antiguos de esta región (Ñomndaa, Na Savi, Mepha’a y Náhuatl) bajan de los cerros y atraviesan largas distancias para conmemorar la imagen del Señor de Cuetzala, el Cristo negro.

La festividad se realiza en estas fechas, finales de Enero y principios de Febrero, porque en la cosmovisión milenaria la naturaleza es cuando retoma sus ciclos de fertilidad, es cuando hay una mayor actividad entre los pueblos indígenas y los rituales agro/festivos que emanan de ellos. Es el despertar de la Madre Tierra. Sus añejas deidades, relacionadas con la siembra y la agricultura, se atavían para hacer presencia en esta temporada de suma importancia para el campo mexicano.

El investigador Gabriel Ángel Castañeda codifica esta cosmovisión, en el lenguaje de la astronomía da una explicación científica, y escribe lo siguiente cuando se refiere a las ceremonias indígenas vinculadas con las prácticas agrícolas, que se gestan desde el solsticio de invierno, hasta el equinoccio de primavera:

Estas ceremonias se gestan porque precisamente dentro de este periodo es que opera el paso del sol por el cenit en la otra banda del trópico de Capricornio, en un punto equidistante del circulo máximo de la tierra, de donde, según la posición del sol, se tomaba la medida del tiempo en que se produciría el fenómeno en esta otra parte de la tierra. (Castañeda, 1955: 66-67).

El Señor de Cuetzala, el Cristo negro ceremoniado en Cuetzala del Progreso, de alguna forma podría asociarse con este fenómeno y con algunas deidades de los antiguos pobladores de estás regiones. Especialmente con Tezcatlipoca, aunque también podría ser con Tlaloc, ambos de corte Mexica. Fray Diego Duran haciendo alusión a Tezcatlipoca en el periodo de la colonia menciona:

…era de una piedra muy relumbrante y negra como azabache [obsidiana] piedra de la que ellos hacen navajas y cuchillos para cortar. En las demás ciudades era de palo entallada en una figura de hombre todo negro. (Durán, II, 1995: 47).
Como se puede notar, la descripción de Tezcatlipoca corresponde casi literalmente al Cristo negro, especialmente en la representación de las imágenes confeccionadas en madera que se honraban en las ciudades adyacentes a la capital Mexica. La discrepancia en el atuendo entre ambas deidades radica en las connotaciones religiosas propias de cada una y en la cultura material y la simbología espiritual de sus atributos, pero en esencia el parecido es indiscutible. La celebración principal de Tezcatlipoca estaba dedicada a la petición de lluvias, no olvidemos que es el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible.
Es dios que habita en el paraíso terrenal, y que da a los hombres los mantenimientos necesarios para la vida terrenal (Sahagún, 1979: 32).
En la festividad del Señor de Cuetzala distintos círculos de danza, de regiones cercanas al pueblo de Cuetzala del Progreso, solemnemente le ofrecen oraciones, baile y ornamentos florales en múltiples días. Algunos de los círculos de danzas que participan son los Concheros, Los Pares de Francia, Los Diablitos, Los Tecuanes, Los Tlacololeros, entre otros, todos provenientes del Estado de Guerrero; de comunidades cercanas a Cuetzala del Progreso.

El conductor del programa Folclor Zumpangueño, Radio Zumpango, Carlos Catalán Flores que también es representante y pitero (músico tradicional de flauta y tambor) de la Danza de los Tlacololeros, es de las personas que participa en una de las danzas que se congregan en la celebración del Señor de Cuetzala, del cristo Negro.

Carlos platica:

Esta danza tiene once sones, comprenden la entrada, el tzinanatli, el zapateado, el zapateado doble, el corral, el cruzado sencillo, el testereado, etc. El tzinantli por ejemplo son movimientos laterales, formaciones de cuatro y de líneas.

Aparte de la descripción grafica que hace Carlos de los pasos y movimientos de los Tlacololeros, enfatiza en la retorica de la danza, en lo que encubre cada paso; el valor simbólico de cada movimiento o son como él le llama.

El tzinantli representa el territorio del campesino, los caminos, el lugar donde se vate el lodo para hacer la casa. Está otro son que se llama el cadereado, significa que van bailando y el campesino va sembrando, va depositando el maíz y va cubriéndolo con el pie.

Para Carlos la palabra Tlacololero es sinónimo de campesino, pero no cualquier campesino, si no el que labra la tierra a horilla de los cerros, el que tiene su milpa en los parajes escabrosos. También cuenta que para quienes se inician, en esta danza, es pare ellos una preparación espiritual, donde se conjuga el amor y el cariño por lo sagrado, donde los sentidos del cuerpo humano fungen un papel importante en armonía con lo divino, con el todo. Representa al mediador entre las fuerzas del mal y del bien, es línea abismal.

Eminentemente la danza de los tlacoloreros tiene implicaciones religiosas en dos vías, en la fe cristiana encaminada por la iglesia católica, pero por sobre todo en la mitología agraria, las tradiciones y conocimientos milenarios de los pueblos indígenas del estado de Guerrero, especialmente el de los pueblos nahuas.

Cabe señalar que está danza a tenido evoluciones importantes en sus símbolos y en sus movimientos, como en sus atuendos, debido a las implicaciones culturales e históricas de las diversas regiones de Guerrero a las que pertenezca cada una de las danzas de los Tlacololeros. En algunas regiones comentan que el chicote (especie de látigo de cuero) que utilizan en el momento de danzar, cuando suena, significa el trueno de los cielos, de la lluvia, en otras regiones comentan que es el trueno del fuego, de la hojarasca o maleza que se quema en la porción de tierra que se labrará posteriormente por los campesinos y campesinas .

Para esta danza, la de Carlos, que proviene de la comunidad de mezcala municipio de Eduardo Neri, hay un cambio notorio en el atuendo. Han incursionado un sombrero elaborado con flores de cempaxúchitl a diferencia, por citar un ejemplo, de los Tlacololeros de Chilpancingo que solo utilizan un sombrero tradicional de palma. También han incursionado con mascaras pintorescas elaboradas de árbol de copal.

Abraham Avila – Danzas Mexicanas corresponsal Estado de Mexico

Fuentes y bibliografías